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Anti-turista: Reglas para ser parte de tu próximo destino

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Anti-turista

Si los típicos recorridos y los tumultos no son lo tuyo, conviértete en anti-turista y has de tu experiencia de viaje algo único.

A veces, una de las mejores formas de conocer un sitio es el no hacer nada. Cuando visitamos un sitio nuevo, somos propensos a apresurar todos esos lugares, monumentos demás atracciones que la mayoría visita, y si lo vemos con tantita objetividad, terminamos por ver, comer y conocer lo que millones antes que nosotros han experimentado en un ciclo predecible que puede volverse rutinario. Esto es una nueva tendencia y ha dado lugar al anti-turista, o en otras palabras, un hipster con maleta en mano que no se va por lo que todos hacen.

Mi punto no es invitarte a no visitar una gran atracción o sitio meramente turístico, pero con el tiempo quizás caigas en cuenta que los típicos recorridos y tumultos ya no son lo tuyo y que preferirías no obviar en el hecho de que estás de visita con cada cosa que hagas durante tu viaje. Una gran alternativa es el integrarnos con el lugar en el que estamos y comportarnos como cualquier otro habitante. Es cuestión de actitud y tener muchas ganas de hacer algo distinto. En mi particular punto de vista, disfruto mucho de vagar por entre las calles, conocer restaurantes escondidos y tiendas comunes. Tal vez así nos peramos de algo, pero ultimadamente, la experiencia de viaje que resulta de ello es única y muchas de las veces irrepetible. La mejor manera de llegar al núcleo de cualquier destino que visites es el explorar las múltiples facetas de la vida diaria en ese lugar y si pretendes vivir ahí, no importa qué tanto tiempo te quedes, descubrirás esos detalles que diferencian a esa cuidad de cualquier otra.

Sé un habitante más

Pese a todos sus encantos, los hoteles no son propicios para conocer la esencia del lugar que visitas. Si rentas un departamento o casa, lo más probable es que te encuentres en una zona llena de locales y el que puedas explorar el vecindario en cuestión.

Córtate el pelo

Después de días de caminar por Bristol y Bath allá en Inglaterra, no aguantaba los piés. Bath lleva su nombre por los baños romanos que datan de tiempos del antiguo imperio y que hoy se encuentran en funcionamiento pese al invierno; y resulta que dichos baños son más bien todo un spa donde puedes consentirte con un masaje. No me lo pensé por dos veces y por unas veinte libras pude remojarme un rato en las aguas termales y pasar por las manos de una masajista, que si bien experimentada, no fue nada espectacular. Lo genial de la experiencia fue más bien el hecho de entrar a dicho lugar y ser atendido como cualquier otra persona (la neblina y la lluvia ahuyentan a la mayoría de los turistas durante la temporada invernal y el lugar está prácticamente exento de ellos). ¿Por qué no intentas algo similar en tu próximo viaje? Intenta conducir un auto en India o probar con un nuevo corte de pelo en alguna oscura barbería en Belgrado; las anécdotas están garantizadas.

Evita los recuerdos

Di no a los llaveritos, banderas, postales, vasijas y todo ese universo de cosas inservibles que por lo general están hechos en otro lugar y que la gran mayoría de turistas termina por comprar. Mejor, visita los lugares a los que irías de ser un expatriado ahí: supermercados, farmacias, ferreterías, papelerías. Esa exótica herramienta de escritura o curiosa mezcla de té valen más que una camiseta genérica.

Ejercítate No creo te encuentres con muchos nacionales en el gimnasio del hotel; el cómo la gente se ejercita puede decir mucho de los hábitos inherentes de la cultura. Sal a correr, visita la piscina municipal, encuentra un estudio de yoga y disfruta la experiencia. También puedes rentarte una bicicleta y las cosas son aún mejores; aparte de que te desplazas más rápido sin cansarte tanto, puedes abarcar más terreno sin sacrificar todo aquello que puedes apreciar del recorrido.

Termina tus pendientes

Ve al banco, consigue un sastre que te ayude a remendar esos pantalones rotos, visita a un dentista. Dependiendo del sitio podrás comunicarte o no, pero seguro habrá una historia que contar cuando termines de hacer aquello que necesitas y que no pudiste resolver en casa, mientras estás en un país extraño.

Encuentra tu escena

Si te enfrascas en tu guía turística, dudo puedas conocer cómo es que se vive la ciudad a tu manera. ¿Te gusta la historia, la repostería, el house progresivo? Busca en internet por aquellas cosas que te interesan; reuniones, conciertos, recorridos temáticos. Así podrás ver el cómo se comparan aquellas actividades que disfrutas en casa con la manera en que éstas se dan fuera de tu país.

Quédate más tiempo

Sé que el tiempo libre es un lujo no disponible para todos, pero si puedes darte un par de días extra, ¡hazlo! Asiste a un evento deportivo, a un servicio religioso, una reunión vecinal, busca en las redes sociales contenido relativo a tu ubicación, hazte de amigos que vivan ahí y que puedan llevarte a lugares lejos de los guías y los turistas de camisas hawaiianas.


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